jueves, 14 de noviembre de 2013

INTENTANDO SUPERAR LAS DESGRACIAS (18-6-2013)



Con el país entero sufriendo una crisis devastadora que hace que veas sitios a donde ibas mucho cerrados por quiebra y con el cartel de “Se vende” o “Se alquila” colgados (entre ellos el restaurante en donde trabajé, aunque año y medio después del cierre aun nadie haya puesto ninguno de esos carteles), y además por la repentina muerte de mi gato, el cual me alegraba la vida después de volver a casa del trabajo o de buscarlo, te quedas a veces sin fuerzas para seguir adelante, para luchar, para intentar superar las desgracias ya reseñadas. Todos intentamos superar desgracias pasadas, hace tres cuartos de siglo nuestros abuelos tuvieron que superar una terrible guerra civil y la dictadura posterior, que provocó el exilio de muchos y la prohibición de símbolos y cultura propia de otros.
Ahora la desgracia, tristemente mundial, es la crisis económica. Sin trabajo, sin apenas dinero, buscando lo que se encuentra para ganar unos pocos euros en trabajillos que casi ni son trabajos, incluso recibiendo estrafalarias ofertas de trabajo tipo piramidales que luego resultan ser un timo (sólo cobras si consigues vender algo, si no tienes que poner tú mismo algo de dinero).
Pero todo se puede superar si hubiera gente capaz de administrar el país, la región, el municipio, la casa, todo, que la hay, pero la mayoría de políticos son sólo sicarios de poderes importantes, aparentemente ajenos a la misma Política, y los que podrían arreglar este desastre son atacados o incluso eliminados por esos sicarios que dije antes. No me refiero a los sanguinarios sicarios de terribles capos de la droga latinoamericanos, verdadero terror de su zona, sino por sicarios que usan métodos más “civilizados”, como los medios de comunicación que les apoyan o que consiga convencerlos para que los apoyen.
O hay zonas del planeta que entienden que por sí mismas podrían seguir adelante, sin el lastre de otras potencias cuya visión de la vida es anticuada. Algunas de esas zonas del planeta, pequeñas o con más extensión en kilómetros cuadrados, han evolucionado más que su antigua metrópoli. No diré ejemplos, que cada uno los busque, o que muchos intuímos. Muchas cosas ya no funcionan como antes. Por mucho que se empeñen ciertos políticos, empachados de ego, que se creen los salvadores del mundo y que lamentan que los políticos a los que ellos apoyaban hoy en día estén prácticamente olvidados.

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