Hemos pasado el verano con el
culebrón de Gibraltar, por una absurda rabieta del Gobierno del PP, obsesionado
con este tema, incapaz de admitir que así no se recupera ese territorio. Ni se
consigue por medios bélicos, Argentina ya fracasó hace treinta años con unas
islas de tamaño mucho más grande, y se encontró además con toda Europa
solidarizándose con Gran Bretaña, por aquello de que Argentina tenía una
dictadura genocida que asesinaba a sus disidentes. Una discutible decisión del
Gobierno gibraltareño ha exacerbado al PP, deseoso de encontrar cortinas de humo
con las que hacer olvidar a los ciudadanos la corrupción que asola a ese
partido político, sobre todo con el caso Bárcenas, desde hace tres meses en la
cárcel, pero que surgen detalles sórdidos continuamente del caso poco
conocidos. Y los “patriotas” que he escuchado, no han sido precisamente gente
del siglo XXI, educadas, tolerantes. Un jefe de la asociación de pescadores en
las aguas gibraltareñas, gente humilde, eso sí, pero con un representante mal
educado, ignorante y que habla con vocabulario tabernero de la Edad Media (por
decirlo suavemente). Un Ministro de Asuntos Exteriores obsesionado con
Gibraltar de manera paranoica. Por no hablar de una Prensa conservadora que si
pudiera, haría “limpieza étnica” en el Peñón. No me refiero a exterminar a los
gibraltareños, claro, sino “sustituirlos” por españoles “puros”. Pero eso no
puede hacerlo, sería racismo. Y la otra gran baza que tenía el PP, la Olimpiada
de 2020 para Madrid, también ha fracasado. Aun se oyen voces que llaman
corruptos al COI y a sus miembros. En eso me quiero detener: por favor, si eso
ya se sabía, parece que hayan descubierto la rueda, pero la gente del COI no se
deja engañar ni deslumbrar. No se paran a hacer autocrítica, a reflexionar por
qué un proyecto que había ilusionado a la gente se diseñó muy mal, con poco
presupuesto, un Ayuntamiento (el de Madrid) endeudado hasta las cejas, pocas
ganas de luchar contra el dopaje y una surrealista presentación de la alcaldesa
Ana Botella, con un pésimo nivel de inglés que hace experto en la lengua de
Shakespeare al mismísmo Pedro Almodóvar, a quien atacaban por decir, cuando
ganó el Óscar el año 2000, “And the Virgin of La Cabeza and Jesús de
Medinaceli”(aunque Pedro sí domina el inglés). Un chiste que leí en
Twitter así lo resumía: “Ana Botella, díganos cómo se
dice ‘mirar’ en inglés”. Ella contesta: “Look”. Le
dicen: “Muy bien. ¿Podría construir una frase con la palabra ‘look’?”
Y ella contesta: “Look, yo soy tu padre”.
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