Las frases del Gobierno
conservador de Mariano Rajoy están resultando involuntariamente cómicas, en
especial la de la Secretaria General del PP, María Dolores De Cospedal, para
explicar cómo despidieron o vete a saber cómo a Luis Bárcenas, con eso de “en
diferido”. Yo creía que “en diferido” es cuando ves un programa de televisión
que ha sido previamente grabado, como algunos a los que voy como espectador,
cobrando un dinerito mientras sigo en el paro.
Un año ya en el paro, por
cierto, a finales de este mes. Y no “en diferido”, sino “en vivo y en directo”,
sin poder repetir tomas para que la vida actual que llevo me guste más, sin
poder ir apenas al cine, que es mi gran pasión, y tenga que ver algunas
películas por YouTube, teniendo en cuenta que estoy en contra de las descargas
ilegales de Internet, sobre todo si uno que haya hecho una película que le ha
costado un dineral, hipotecándose hasta las cejas, no le hará ninguna gracia
verla vendiéndose en un “top manta”, por lo que no verá ni un céntimo. No, no
me salgo del tema; una cosa lleva a la otra, y muchos parados actuales se han
añadido a la lista de más de cinco millones de personas por la demencial subida
del IVA a productos culturales al 21 %.
Y otra frase surrealista e
involuntariamente cómica, también relacionada con el caso Bárcenas ha sido
“Salvo alguna cosa”, con la cual Mariano Rajoy, en su inefable rueda de Prensa
sin admitir preguntas y a través de un monitor de televisión de plasma,
pretendía decir que no pasaba nada censurable en su partido, pero que echa por tierra
su propia tesis con esta frase. Que yo esté parado “salvo alguna cosa” o que
esté parado “en diferido” no me dice nada sobre que quiero encontrar nuevo
trabajo, que ojalá lo que hago provisionalmente, ir a programas de televisión
como público fuera un trabajo profesional, como lo es ser futbolista, que
trabajas y cobras mientras estés en activo y te retires, no a los 65 años como
cualquier trabajador, sino cuando el cuerpo ya no te permita rendir como lo
hace Leo Messi ahora. Y eso es a partir de los 33 años. Podría ser una
profesión ir como público a un programa de debate político, como he hecho yo, y
que te toque justo detrás de Francisco Marhuenda, el director de “La Razón”. La
coordinadora del programa nos aconsejó que hiciéramos gestos o muecas de
desaprobación si algo que decía ese señor no nos gustaba.
Al verme después en vídeo,
pensé que para un programa tan serio como aquel (era “La Sexta Noche” de La
Sexta), que alguien hiciera gestos no quedaba nada bien, era como si metieras a
uno de “Crónicas Marcianas” de espectador. Hubiera quedado mejor pedir la
palabra y opinar, pero si no tengo claro lo que quiero decir, no lo digo. Eso
sí, me gustaría escribir sobre lo que me gusta, de cine, opinar sobre la
actualidad, no cobrando como cobraba Hermann Tertsch por un par de minutos en
Telemadrid, cuya cantidad en ceros era una barbaridad, sino una cantidad
razonable. Soy pobre, pero honrado, y trabajaría de lo que fuese, aunque ya
trabajé durante 12 años en un restaurante cuyos compañeros de trabajo eran
anti-compañeros de trabajo. Y tampoco eran mala gente “salvo alguna cosa” ni me
humillaban “en diferido”. Ah, y encima tengo que ir como público a un programa
donde famosos de medio pelo se tiran al agua desde un trampolín, por que pagan
algún dinero. La crisis lleva a sobrevivir de esta manera. Es como directores o
actores de cine que se ven obligados a trabajar en filmes alejados de su manera
de ver el cine, para comer o para conseguir dinero para películas más acordes
con su estilo.
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